martes, 10 de diciembre de 2013

“SENTENCIAS DE HUMO: PERVERSO” (Segunda Parte).


Hola, nuevamente aquí con el final de la historia que me hiso que me quitaran adsense… 

No me quejare, al menos yo hago justicia en mis historias, algo que ellos nunca rozaran, ni si quiera han de conocer jajja. Sin más que agregar les comparto el final y espero traerles próximamente la cuarta historia, cuídense, ciao:D



PERVERSO




Yadira, Lucia, Marisa…

Todas me otorgaron su inocencia, su fragilidad, sus sueños rotos…

¡Pensaron que el mundo era perfecto, que no existían las alimañas y las engañe!…

¡Todos las engañamos!...

Ahora me encuentro aquí en mi primer día de clases en esa Universidad, acechando a mi nueva presa…

Con 38 años… Me gusta esa chica de cabello castaño, ojos oscuros profundos…

En su alma, en su rostro se nota la ingenuidad…

Mientras mi mente divaga, en nuestro encuentro, en su dulzura… Las horas me carcomen en una desgarradora atracción…

Las semanas pasan yo no dejo de pensar en mi alumna de 19 años…

Ahora mi amor por ella, ya no es algo maldito… Sin embargo su discapacidad me hace un cretino, otro perverso que viste de túnica, sin embargo yo soy un maestro de ilusiones que no difería de los primeros

Trato de conquistarla, no lo logro… Ella se escapa a otros mundos y yo no puedo controlarlo…

Quiero tenerla, pero a pesar de haber estado con niñas mas frágiles que ella, hay algo que me hace sentirme maldito, detenerme…

Recuerdo a Marisa, la pequeña de ojos miel y cabello negro…

Recuerdo como me deshice de ella… Como la hice enloquecer de amor por este hombre tan hermoso, que decidió quitarse la vida…. ¡Yo ya había hecho todo lo corrupto!…

Había robado pureza, arrancado sueños, desaparecido victimas, destruido familias…

Sin que nadie sospechara, era un pederasta afeminado, que todos tachaban de homosexual y nunca investigaban.

Era un maldito, condenado al fuego eterno del infierno que ya no me quemaba, pues las iglesias me lo apagaban, me lo absolvían…

Y sin embargo algo en Flor, me impedía asesinarla, quitarle su pureza…

Veía en sus ojos a todas mis victimas… No, yo no podía asesinarla, sentía su dolor de ser tan diferente…

La culpa que nunca me atrapo de repente en ojos de esa alumna de ojos negros profundos, me quemaba…

Decidí asesinarla, para ya no sentir tanta condena… ¡Yo ya no podía dormir!…

Todas ellas, estaban en Flor, sentenciándome…

Fue cuando quise aventarla de aquel tercer piso, que sus ojos infernales se convirtieron en aquel rubio de cabello en picos…

Me miro a los ojos…

Una voz infantil salió de su boca:

¿Era Denise, Belén, Yadira, Lucia, Marisa recuerdas?…

Luego grito, la acuchille para callarla…

Pero ya no era ella, era mi acechador burlándose de mí, estrangulándome…

Sus ojos azules se tornaron rojizos, mi cerebro parecía hacerse pedazos mientras yo sentía el dolor en carne viva…

Sentía como me quemaba por dentro en heridas internas y externas de tercer grado…

Mi cerebro se hacía pedazos…

Los trozos de mis sesos caían… Mis entrañas, mi piel…

Era un dolor insoportable, que no podía parar y que a un con todo podía ver desesperado…

Las trompetas sonaron, los caballos marcharon…

Aquel hombre susurro su nombre a mi oído, atravesó mi corazón con su espada… Una y otra vez contando el número de mis victimas…

La agonía era inmensa, yo veía todo, el dolor no paraba…

Yo no paraba de gritar… Entonces recordé…

Estaba en el baño de aquel tercer piso, cuando Flor grito, todos entraron mientras yo trataba de manosearla, de asesinarla…

Los alumnos, los maestros, los encargados… Todos estaban sentenciándome con su mirada aniquiladora… Me sacaron a golpes y pedradas de la escuela…



Me amarraron y me prendieron fuego…

Mientras todos veían sin hacer nada…

Mi piel ardía en un dolor tan intenso, yo no podía hacer nada, la culpa se esparcía por todo mi cuerpo, me aniquilaba…

El suelo donde pisaba, comenzó a partirse en dos…

Adentro estaba aquel rubio sentenciándome a derramar mi sangre, mi alma por la eternidad…

Llamas, huesos, humo, vampiros aniquilados… El aullido y las garras del lobo comiéndonos…

Aquel sujeto no paraba de reír, luego tiro la colilla de su cigarro y se disipo en el humo perverso de las sentencias de humo...



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