jueves, 5 de diciembre de 2013

“SENTENCIAS DE HUMO: LA MUSA”




Hola, nuevamente aquí con otra historia de mi libro, que tal vez nunca publique…

Ya les había dicho que trataría de asesinos, pero francamente he escrito de muchos, que ya no me quedan ganas de solo centrarme en ellos… Así que tratara de todos esos errores o pecados humanos que cometemos y que nuestras acciones deciden si seguimos en ellos o los cambiamos, pero no piensen que juzgo bueno si jaja, solo trato de decir que somos humanos, nos equivocamos, de pronto nos perderemos en el camino, luego nos levantaremos o nos quedaremos ahí…

Todo es vida, acciones propias que solo podemos cambiar o mejorar nosotros si lo queremos, nadie nos va juzgar aunque muchas quisiéramos que pasara. Tal vez por eso escribí esta historia, porque aunque no exista la justicia, ni el perdón sincero… Si existe el olvido, la capacidad de auto descubrirse y hallar fuerzas en la destrucción. Sin más que agregar, les comparto mi historia, difícil no hallarme ahí jajaj, como siempre perdura la mala redacción y ortografía. Espero les agrade e igualmente le pongo una cara a mi historia de un actor, que pondría si fuera directora, cuídense, ciao.

”LA MUSA”

(Mi actor principal seria Eugenio Dervez).

Rodeado de mi pequeño publico en aquel bar de aspecto decadente, se pude ver a un pianista, uno de esos tantos “Carlos anónimos”, que hacia olvidar a la gente de sus penas…
Interpretando una melodía hermosa con mi instrumento como todos los días, pensando en ella, mi musa… 

Caracterizo en mi concierto la melodía final “Para Elisa” del gran maestro Beethoven… La siento en toda el alma, recorre mi cuerpo… Vislumbro su rostro cálido, hermoso en mi mente… 




Joanna, aquella cantante famosa por la que muero lentamente… Y sin embargo soy solo un extraño para ella, si supiera que todas mis melodías van dedicadas en su nombre, que práctico día y noche imaginando que algún día le dedicare mi recital, que algún día ella podrá fijarse en alguien tan pequeño como yo…

Mi melodía concluye… el público aplaude…

Y otro día se va…  Expira...

 Pensando, dedicado a alguien que no sabe que existo, pero que sin embargo me inspira a escribir, a componer; mientras asesina lentamente su rostro a mi mente…

¡Ya no quiero sentir esta maldita obsesión!… Paso mis días idealizando a una mujer que no conozco, lo único que se dé Joanna, es que cada vez que la escucho cantar, me pierdo en su dulce voz de ángel…

Mientras un segundo año se le consume a un “Carlos” más de este mundo; en un absurdo amor, en un soñar infame…

Debate mi cabeza, justifica su presencia atroz… Mientras pido una cerveza, una copa de champagne en aquel bar…

Me digo a mi mismo, que soy un gran actor anónimo, pues aquella persona que habita mi cabeza la sustituye magistralmente, en una solitaria mente dañada… Llenando de ilusiones mi mente… Me enamora, luego me avienta al olvido; a ese olvido desgraciado que es la realidad…

La realidad de ver como el antifaz de la gran Joanna está roto… El cristal un tiempo grueso de aquella hermosa copa de champagne, el tiempo lo ha consumido, ahora es tan delgado (imagino)…

¿Qué ha pasado?

… ¿Cómo es que paso?...

Aquella mujer de cabello largo oscuro, tez blanca, labios gruesos cuerpo perfecto, con sublime voz, de repente ya no es tan hermosa a mis ojos como lo era antes… Este compositor loco le ha sacado todos sus defectos…

Dejo de ser un ángel para convertirse en un monstruo…

Y sin embargo me aferro a su recuerdo, a mi obsesión de dedicarle mis interpretaciones, mis composiciones, mis enigmas...

¡Me pierdo en su voz!… Mientras otro día se me va interpretando la La 5ta sinfonia de Beethoven a mi escaso público que agradezco tanto, por soportarme la locura de mis emociones… ¡Y no abandonarme!… 





¡No huir, como lo hacia Joanna!…

La televisión, el internet y todos los medios dedicados al mundo del espectáculo, a ese mundo de ficciones… Me han destrozado, la han destrozado a ella…

¿O tal vez no?... Vuelve a debatir mi cabeza…

Una realidad cruel me paraliza, fue ella quien se destrozo… Yo la creía tan perfecta y de pronto aquella mujer dejo sacar su deplorable humanidad, nada bueno salía de su boca, cada vez que hacia una declaración a la prensa…

Se podía notar su falta de inteligencia, su egocentrismo, su amor a un mundo de comedia de ficciones, de diamantes… ¡Lo enturbió todo!…

Ella era un producto acabado del capitalismo descomunal… ¡Otra mente dañada como la mía!…

¡Y no se daba cuenta que era un enorme talento andante!...Que con su voz no tenia por que hacer semejantes escenas deplorables… Pareciera estar tan necesitada de escándalo, de amor ajeno, de adicciones, de dinero sin brillo…

En dos años su careta se cayó…

Mi mente vuelve a debatirme… Me contradice, se que ha pasado más tiempo, desde que la adoraba, pero fue en los recientes dos años, que me perdí gravemente en mi manía…

En esa vida suya que no me importaba, pero que de pronto comenzó a inquietarme tanto… Era mi amor enfermo por ella lo que lo ensuciaba todo…

La obsesión era tan fuerte, que no podía relacionarme con otras mujeres del todo… A un estando junto a otras, pensaba en ella, las comparaba, sentía culpa por creer que la dañaba a esa gran cantante que caracterizaba en mi infame cabeza…

A veces solo a veces, me perdía en otros brazos para sentir aquel calor maldito que ella nunca me podría otorgar… Me perdía en alcohol, en escenas igual de lamentables que ella, sin sentir ningún amor…

Todo para olvidar su torcida presencia en mi cabeza, que me llenaba de halagos para al final, escupirme en la cara…

¡Otro tiempo perdido!… ¡Otro día consumido!... 
Nuevamente en aquel bar decadente, junto a mi piano… Me siento un poco turbado e interpreto para mi público "Requiem in D minor" del maestro Mozart… 



Mientras me pierdo en las teclas de mi instrumento, recuerdo cómo es que la adoraba tanto…

Quería protegerla de todos sus errores, quería salvarla de la nada, estando a kilómetros de distancia, tan lejos de su voz, de su corazón, de mi Joanna…

Es a la mitad de la canción, que comprendo, que ahora mi amor por ella parece tan lejano, aquella cantante ya no me inspira…

¡Ya no es mi musa!...

¡Ya no siento amor!… Mis sentimientos cambiaron a un rotundo odio…

Ahora solo siento deseos de tocar melodías que le escupan su infamia…

¿Quisiera tanto cambiar a esa muñeca rota?… Hacerla tan perfecta, como en mi cabeza, decirle lo que siento.

Llenarla de elogios por su voz y luego hacerle ver que no necesita rebajar su imagen, consumirse de esa manera por una intracendental fama…

Pero es imposible, lo que veo es lo que es...

¡Lo que todo este tiempo he negado!

A un confesándole lo que pienso… Ella no cambiaria, ella ama su mundo de diamantes de sangre, de maromas y circo, de antifaces, usureros y payasos…

Ella pierde la calma por hombres igual de superficiales que ella, sin una mínima pizca de inteligencia, que declaran frente a multitudes pequeñeces irrelevantes…

Mientras tanto, me falta muy poco para conocer por completo su vida sexual… No es que yo la busque, es que ella la evidencia…

¡Que si dejo a su ex esposo, porque la maltrataba!…

¡Que si abandona y no abandona a sus hijos!…

¡Que si fue infiel!…

¡Que si su nuevo novio no es normal, no es un tanto hombre!…

¡Que si es consumidora de píldoras de ilusiones!…

¡Que si mantiene una relación abierta con su actual pareja!…

¡Que si prefiere el sexo con dos, o las orgias!…

¡Que si defiende asesinos!...

¡Que si sigue una secta igual de torcidos que ella!…

¡Que si no soporta el fracaso!...

¡Que su novio le pone los cachos con otro hombre, mientras ella teme por su relación!…

¿Que si esto o aquello?... Estoy tan asfixiado, dejo de ver toda esa basura de medios, dejo de ver a esa musa esclava de publicidad y propaganda barata…

Todas sus cualidades al finalizar mi segundo año, ya no están presentes en Joanna… Mi musa, mi cantante ya no me parece tan maravillosa…

¿O yo era un farsante, un misógino, un hipócrita, un moralista o un ardido?… Era todo y era nada; tan solo otro loco queriéndose salvar de la locura….

Cansado de soñar despierto, de dedicar interpretaciones o composiciones a alguien que no conocía, que nunca se fijaría en este mediocre Carlos…

Ella nunca fue lo que pensaba, lo que yo amaba…

Derribe su imagen, ya no quedaba nada… 
Un nuevo día, las nubes y su presencia parecen haberse ido… Llego a mi trabajo, con una nostalgia irracional, desesperado interpreto aquella melodía de "Clint Mansell -Lux Aeterna"




Mientras mi alucinación regresa… ¡Joanna me reclama en mi cabeza, el abandono!

¡Las críticas a su persona!…

Alterado toco las teclas de mi hermoso piano, me extravió en la melodía desgarradora…

No, yo ya no quiero ver su rostro, su alma, su realidad… ¡Destrozo mi corazón, me alejo!…

Parecía que no quería ser mi musa, huía de mí como si yo fuera un leproso…

Cada vez que dedicaba mi recital a su nombre, que le componía melodías propias… La realidad me abofeteaba, me insultaba…

Al siguiente día otro medio mediocre, publicaba que Joanna mandaba flores a su pequeño homosexual de closet…

Haciendo otro teatro, añadiendo otro número a la deshonra… A mi deshonra, repelando mí ser de loco compositor e intérprete.

Diciéndome con mil acciones, yo no te quiero… No era su culpa, alguien en mi cabeza se hacía pasar por ella. Estaba pegada como Cola Loca, parecía no querer irse como un maldito cuervo acechando a su presa…

Esperando el momento oportuno para devorarme…

Mi enamoramiento, la actitud humilde que tenía la mujer en mi cabeza salvaban un poco su realidad tirana…

Su insípido ser, corrupto, profano que existía afuera…

Joanna no era culpable, yo la había perfeccionado tanto en mi mente loca, de manera que tanta belleza no cabía en un mundo real…

Mi musa, me costó aceptarlo era otra cantante del montón, asfixiada por la fama, por subsistir y no perecer en un mundo de alimañas… En un mundo de materialismo descomunal, de bellezas inventadas…

¿Yo ya no sabía si esa mujer era una cantante, una actriz o una prostituta?

Termino la melodía, otra cerveza para no recordar mi pelea con ese recuerdo persistente que volvía… Regresaba la vampiresa solo para mentirme, para herirme, me confundía…

Mientras yo me ahogaba en alcohol, en culpa… En el cigarro, en el humo tan semejante a mi perdida Joanna… 
¡Mi musa!…

¡Mi muñeca rota!…

¡Mi mujer de plástico!... Tenía tantas ganas de asesinarla, me arranco el paraíso en donde habite por años…

Esa cantante que existía haya afuera…

Volvía a sus melodías, su voz ya no se escuchaba igual…

Su tono era un tanto desafinado… Luego descubrí que sus composiciones no eran del todo propias, su trabajo siempre lo hacían dos, ella hacia lo más fácil…

Me entristecí a un mas, aquellos sentimiento de los que algunas vez me hablo, no eran producto de mi sublime Joanna…

¿Entonces a quien amaba?...

¿Qué era lo que yo amaba de ella?... Era su rostro, su cuerpo…

¡No!, me contestaba… Lo fue, ya no lo era…

Los años habían pasado… Joanna, ya no era tan hermosa como antes…

Se parecía tanto a una desquiciada muñeca Barbie, atolondrada por la edad, por el exceso de vida superficial en color rosa…

La comida de plástico, las acciones en plástico, las sonrisas talladas le habían caído mal, perturbaron su alma, su mente…

¡Ya no la juzgaría!…

Me fume otro cigarro, me tome otras cervezas en su honor y llegue a mi casa cayendo de borracho, apestando a lo que quizá más se le parecía…

¡Toxico humo!…

Me recosté,  y en mi mente regreso a mí aquella pregunta…

¿Entonces a quien amaba?...

¿Quién era la impostora de mi cabeza?...

No podía resolver el enigma...

Paso el año, finalizo enero y lo descubrí, me descubrí…

Encontré la copa rota de champagne, destrozada en mi mente, en su silla…

Decidí ya no darle largas a mi tortura y viaje a resolver mi crisis, mi enfermedad y enfrentarme con mi musa…

Fue en una presentación de su disco…

¡Repleta de gente!… La multitud gritaba su nombre…

Todos la amaban… Todos gritaban emocionados… Al parecer yo era el único fanático lunático, que ahora dudaba de su amor hacia ella, que razono, escarbo en su mente, no dejo que lo siguieran hipnotizándo…

Fue el enamoramiento loco, mi orgullo… Y al final solo fue la música, las composiciones lo que me salvaron de la Joanna ficticia o real…

Mientras los otros seguían cautivados, viendo como esta se pavoneaba por la alfombra roja, creyéndose una diosa, sin si quiera a ver salvado al mundo de la injusticia o la hambruna…

Fue al momento de firmar autógrafos en aquella Conferencia… Que por primera vez en mi vida, la vi tan cerca con su sonrisa tallada, retorcida…

Mi corazón y mi mente herida, dudando por un momento volvieron a salirse de control, al pasar la cantante deslumbrante tan cerca de mí…

¿Eras mi musa, recuerdas? (Pensaba).

A unos pasos de irse… Grite con un nudo en la garganta: “Joanna”…

Le pedía un autógrafo, con una voz afónica, que parecía desaparecer de la impresión de verla tan real…

¡Quede mudo, luego voltio!… 


Me miro sin mirarme, firmo sin firmar del todo, esa Joanna realmente siempre fue lo que yo pensé, me entristecí y alegre a la vez…

Y se fue, en eso enojado, le dije señorita… Mi nombre es Carlos, no Calo…

Voltio para echarme una mirada de este tipejo quien se cree, luego a lado de Joanna vi a una mujer sumamente atractiva, calmando su próxima explosión, diciéndole que la compensaría…

Volvió a firmarme mi hoja, enfurecida… ¡Con su sonrisa tallada, hipócrita!

Se acercó mientras yo la observaba tan bien, con mis enormes ojos psicópatas… ¡Comencé a sentir frió, miedo, escalofríos al vislumbrarle hasta las entrañas!…

Entonces con su actitud agresiva, egocéntrica y altanera supe de pronto no sé cómo, que mi amor era lo que yo jamás buscaría en un amante… Talvez era lesbiana, talvez no, su mundo era parte del escándalo…


Fue su actitud ya corroborada, lo que arranco la venda de mis ojos.


Su rostro, su cuerpo me habían atolondrado, mi mente, mi obsesión me otorgo un poco de su ser para debatirla y llegar a la sabiduría…


Pero ella, esa mujer que vivía en mi mente no existía… Johana amaba su vida de espectáculo… El dinero, la fama y los hombres igual que ella…


Antes me dolía, pero en ese momento lo entendí: “Yo tampoco la amaba”. Y yo nunca podría dejar de ser este imperfecto Carlos, por gustar de algo hundido en el estatus de los idiotas…

¡Cuando termino de firmar!… Yo llevaba una composición escrita en la bolsa de mi pantalón, una de mis más sublimes melodías que sin querer me llevarían a la fama…

La saque y se la di en las manos, la agarre tan fuerte y suavemente, que esa Joanna pareciera llorar de tanto dolor, penetro mis pensamientos como yo lo hice con ella y me descubrió… En esa misma composición le deje su autógrafo firmado de mala gana.

Le dije: ¡Muchas gracias Joanna!…

Y me di la media vuelta liberado, de toda esa multitud… Mientras Joanna sorprendida sollozaba y me veía disimuladamente, como me perdía en la muchedumbre de esos fanáticos suyos que decían amarla tanto sin si quiera rozarla o refutarla…


¡Camine con un cierto aire de gloria!…

Triunfante, ya no había alucinación, se había ido… Las melodías me salvaron, la interpretación… Tan solo ame todo un tiempo a un humano como yo, que se había perdido en la ficción de su mundo… Ella como estrella, yo como fanático lunático…

Y aquella impostora de mi cabeza fue un demonio interno, llamado orgullo, autoestima queriendo enterrarme y resucitarme…

Si no hubiera sido por todo lo sublime que me decía en mi cabeza, mientras la real lo estropeaba… Yo nunca me hubiera salvado de la…

Para un taxi, entro...

Le pido que me lleve al aeropuerto, mi avión estaba próximo a salir rumbo a mi bar decadente, con mi pequeña audiencia dispuesta a escuchar mis nuevas composiciones que ya no se esconderían en maestros, ni musas…

La ventana estaba abierta, sentía como la brisa fresca tocaba mi rostro…

De pronto el conductor me pregunto: ¿No le molesta que fume?…

Le conteste que no.

El conductor era un rubio con cara de Cristo resucitado, que a pesar de odiar el humo… Su rostro de niño, me dio tanta lástima, que no me quedo otra que dejarlo fumar…

Mientras sonreía, este me pregunto por mi expresión y visita…

Le conteste tranquilamente: ¡Que sonreía por la vida!... ¡El amor, la locura, sus ironías y la salvación propia!… 


Este rió, mientras se quemaba su cigarrillo y subía la música de la radio con la novena sinfonía de Beethoven… ¡El himno a la alegría!… 




El humo desbordándose, la mano del conductor tirando su acabada colilla de cigarro…

Mi mirada perdida en mis pensamientos, en aquel humo esparciéndose en la cara sonriente de ángel juzgador del taxista. 


Descifro el enigma, la cuenta estaba saldada en una condena concluida, lejos de todas mis obsesiones, miedos y paranoias que me abrían las puertas al paraíso…

No dejándome caer en el fuego persistente, decadente y aterrador de las sentencias de humo…

FIN

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