martes, 17 de mayo de 2016

Conspiranoicos: Ningún Lugar.

Hola, nuevamente aquí, trayéndoles una nueva historia de la recopilación de “Conspiranoicos”, creo que he perdido mucho el sentido del mensaje que quería transmitir y a la vez creo que ya lo he dicho todo.

Ni hablar, espero les agrade, cuídense, ciao:D





Ningún lugar.
Encerrado aquí en esta diminuta cárcel, me pierdo en la luz tenue de aquel foco que me alumbra.


Yo nunca pedí estar aquí…

Pero resulté ser culpable de un crimen que nunca cometí…

Y he pasado tanto tiempo, tantos años pagando por algo que no me corresponde…

He tratado de desaparecer, de suicidarme, pero nunca lo logro…

Pareciera como si dios o algo externo disfrutara a borbotones mi sufrimiento y le gustara prolongarlo.

Le encanta tenerme aquí encerado en esta celda, totalmente frustrado…

Con mis fugas fallidas, que siempre me regresan a este agujero.

¿Cómo paso?

Es simple, mi problema fue nacer pobre…

Aquellos policías municipales vieron en mí el perfecto chivo expiatorio, que lograría que sus sueldos miserables fueran pagados y a la vez, salvarían el trasero gordo de un cobarde jefe delictivo.

Mi culpa fue andar a pata, transitar en la noche y exponerme a las hienas humanas.

Todo por un simple antojo, que me hizo caminar hacia una tienda cerca de mi colonia.

El abandono vino a mí, no solo por parte de esa justicia utópica del sistema que no me salvo y me termino culpando por algo que no cometí.

Si no, también por aquella gente a la que siempre ayude, que siempre procure…

No ellos, ya no me conocían… Yo ya era un estorbo.

Ahí comprobé lo que siempre decían:

Uno solo tiene amigos, cuando puedes aportarles o beneficiarlos en algo, cuando eres algo…

Todos unos convenencieros.

El humano es un animal primitivo y podrido…

Entre mi colapso y la pena de saber que estaba ya perdido, solo me quedo reír…

Mi amante, aquella con la que viví por 15 años, también me abandono…

Y no es que fuera ese momento trágico, lo que desencadeno su ausencia, solo que en aquel momento entendí, que ella nunca había estado del todo presente.

Cuando vivíamos juntos, a ella se le hacía fácil criticar todas mis acciones, todos mis fracasos, pero nunca fue para mantenerme, para protegerme, para amarme como lo merecía.

Tan solo llenaba mi cabeza de palabrería barata, nunca de acciones.

Fue en aquella cárcel, totalmente solo, que entendí…

Que no me dolía la tragedia, la ingratitud de mis conocidos, de mi amante, ni siquiera la injusticia de la policía o de un corrupto sistema judicial con su gente vendida y maldita.

Lo que me dolía, era el saber que había estado libre y a la vez igual de encerrado, de enclaustrado y que nunca me había valorado.

Había vivido un engaño, ajustándome a los parámetros falsos, creyéndome uno de ellos… De todos esos farsantes…

Creyendo en su amistad, en su amor, en su multitud de falacias y absurdos.

¡No, yo nunca podre ser como ellos!…

Y en el fondo sé que toda la desgracia, todo el odio externo, se debe a lo mismo

Esa es la raíz del problema, la verdad escalofriante del por qué sigo aquí.

Han pasado tantos años… He estado tanto tiempo pagando por un crimen que no cometí, que sé que yo nunca saldré…

Nunca seré libre, estaré aquí pereciendo en el infierno…

Detrás de estos barrotes…

Y mientras me pierdo en la luz tenue de mi celda…

Yo vuelo… Vuelo tan alto, que sé que ninguna ingrata circunstancia me podrá volver a lastimar, que esta desgracia que siempre me sigue…

También me ayudado alejar a esa inservible gente…

Si, perezco en lo mismo y a la vez me salvo…

Y vuelo directo a la luna, a lo auténtico, a lo honesto…

Me salvo de ellos… De ella.

De todo.



Fin.



Historia creación de Cecy Gutiérrez, todos los derechos reservados.

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