sábado, 4 de febrero de 2017

Conspiranoicos: El corral.

Regreso nuevamente publicando otro de mis cuentos cortos de Conspiranoicos, esta vez retomando sus orígenes que no solo era expresar las Conspiraciones reales en tipo discurso, si no cualquier idea psicótica que a mí se me pasara sobre la realidad en la que vivimos con una trama, como deber ser una historia real.

Me inspire en la imagen de arriba que ya había puesto antes en otra historia pasada de Conspiranoicos, espero les agrade, trate de hacer lo mejor posible, pero siempre resalta mi estilo mal redactado, ni hablar, cuídense, ciao:D

El corral. 

Esta es la historia de una gallina llamada Vony.

Vony empezó como todas las gallinas, siendo una gallina tonta polluelo, sin percatarse de nada…

Vony vivía en una nueva era tecnológica, donde la formas de asesinar animales, aves o ganado en los rastros o granjas, ya era totalmente regularizado, a un grado excesivo que evitaban a toda costa la crueldad con los animales que servirían para devorar.

El granjero decidió entonces crear un paraíso de corral, donde todas sus gallinas se sintieran cómodas y nunca descubrieran la verdad.

Las gallinas se conformaban con tener alimento, aparearse, cacarear, pasar el día limpiándose y acicalando sus plumas, picoteando, tomando el sol o dándose baños de arena, además de traer más polluelos al corral.

Mientras algún infame gallo creía llevar la batuta de sus vidas.

Vony empezó a crecer y empezó a dudar de su realidad que le pintaban de felicidad, cosa que casi ninguna gallina hacía.

De chiquita era torpe para caminar y su granjero lo sabía, así que tenía más cuidado con ella, nunca pensó que su discapacidad la llevaría a múltiples golpes en la cabeza y que esos golpes despertarían su conciencia y comenzaría a cuestionarse la supuesta felicidad prefabricada del corral.

Después de muchos tratamientos la discapacidad de sus patas fue arreglada y Vony creció, se convirtió en una gallina joven ya lista para aparearse, pero Vony no se apareaba.

Y el amor incondicional que sintió hacia su dueño el granjero se esfumo, a pesar de haberla curado, pues empezó a percatarse de acontecimientos extraños que pasaban en el corral.

Y que antes nunca notaba…

Ya no seguía el cortejo de los gallos, ni dejaba que estos la controlaran.

Cuando era una polluela de tamaño mediano, se dejaba atrapar por algunos, pero empezó a cuestionar la desigualdad en que esos gallos se regían y deseaban someterla.

Veía a las demás gallinas picoteadas o rezagadas a lo que mandaba su amo gallo y fue ahí que arranco la primera trampa pintada de vida perfecta del corral.

Para empezar, arrancar otras, pues como buenas aves omnívoros y ovíparos todos comían de todo, pero había ciertos alimentos que los hacían más estúpidos.

Alimentos que eran prohibidos dárselos con las nuevas regulaciones en los corrales, pero que a escondidas el hijo macabro del granjero se los daba a comer.

Él les tiraba chetos a las gallinas o a los gallos y se soltaba riendo, mientras estas las devoraban…

Vony veía a sus amigas comerlos, pero ella nunca los comía, solo fingía.

Sus compañeras cacareaban como imbéciles todo el tiempo, realmente ellas eran felices.

Y a Vony ya ni le gustaba cacarear, odiaba el sonido molesto emitido por sus cacareos o el quiquiriquí de un gallo dominante.

Su despertar de conciencia comenzaba a tornarse escalofriante

Pues cada vez notaba más la realidad, así descubrió los nombres de toda la familia del granjero.

Y sabia como se llamaba hasta la maldita granja azul, donde estaba encerrada.

Descubrió llena de terror, como sus compañeras o amigas comenzaban a desaparecer ciertos días de la semana…Y como los huevos que ponían también desaparecían…

Alguna gallina idiota cacareaba en su idioma gallina, que depredadores como el perro se los comía o seres de los cielos, pero ella sabía que el perro de raza Pub, llamado “Tomate”, no comía a nadie y que en realidad era el granjero amigable el que las desaparecía.

Ese al que todos los animales del corral adoraban y veían como su dios.

Al poco rato o casi cayendo el atardecer, escuchaba los gritos atroces de sus compañeras, que salían de la ventana de la casa del granjero.

Y está desesperada les advertía a sus compañeros, les decía que había algo mal en el corral azul paraíso, que las estaban asesinando, pero ellos no la escuchaban.

Pensaban que por que las alimentaba, en realidad él las amaba.

Ignorando los gritos atroces de sus compañeras cuando eran degolladas para ser cocinadas.

Y seguían ahí como idiotas picoteando el pienso regado en el suelo del corral.

Creyendo ser felices, en su vida monótona, vacía…

Sin sentido cuando se le analizaba.

Ignorando que el granjero las engordaba para tragárselas.

Todo era crueldad en el corral azul… Y a Vony ya se le dificultaba existir, sabiendo tantas verdades.

El percatarse de tanto era doloroso, pues se llenaba de un incontrolable miedo al saber que tarde o temprano, vendría ese maldito granjero vestido de muerte a llevársela a ella y a otra cierta cantidad de gallinas y gallos en un día o una semana, a todas les cortaría sus cabezas de un trancazo, como un maniático hambriento sin corazón, como un dios falso e hipócrita, que no supo apreciar el amor de los animales en su corral.

Y estas se convertirían en su platillo fuerte de pollo asado o frito específicamente echo para una patética familia humana.

Su miedo, se convirtió en tristeza y luego en resignación, pues para hacer un poco peor la cosa, tenía que ver como el hijo del granjero Marlon, era tan cínico que les daba de comer trozos de pollo o cascarones molidos de los huevos que ponían.

Y se soltaba a risa y risa, igualmente les aventaba chetos a montones de su toxica bolsita de aluminio, de la cual siempre comía.

Mientras se carcajeaba junto a ellas… Persiguiéndolas, aplastando algunos de sus huevos y tirándoles hasta la yema…

Yema de huevo que muchos ilusos se comían, ellos nunca se percataban que eran sus hijos destrozados.

Un enojo enorme volvió a crecer en la gallina Vony, y miraba con odio al bastardo de Marlon, a ese inepto y maldito niño obeso, que parecía un adolescente rata, que disfrutaba jugar con la inocencia de las gallinas.

Y es que era tan estúpido, que no se daba cuenta que toda esa comida basura que les daba, terminaría siendo su platillo y que ese platillo terminaría envenenándolo de la misma forma que él lo hacía con ellas.

Solo lo observaba, le veía hasta las entrañas y le tenía lastima, pues el adolescente era cada vez más imbécil y cruel, que ella sabía que eran esos asquerosos chetos, lo que lo tenía tan atrofiado.

Nunca se percataba de los efectos secundarios de su ignorancia, de su diversión barata… Pues muchas gallinas ponedoras se les dificultaba ya poner huevos, cada vez más a menudo, mientras el granjero se lamentaba por otra recolección de venta fallida.

Un día Vony, vio en el suelo tirada la bolsita de empaque del gordo Marlon y pudo leer sin tener completa razón aquellas letras que completaban una frase y decían: “derivada de petróleo”.

Entonces algo más allá de este mundo calmo su pesar, supo que el zoquete granjero y su familia tarde o temprano lo pagarían…

Se llenó de una justicia cruel llena de ego, que no sabía de dónde provenía… Ella sabía que iba morir, entonces decidió dejar de comer el alimento que les daba el granjero y se dejó morir de poco a poco, pues ya todo lo comprendía y ahora nada tenía sentido para Vony.

La vida mecánica de gallina no la satisfacía.

Los meses pasaron y el granjero lo noto, había pagado demasiado por esa gallina, para curar sus patas como para dejar que muriera…

Y trataba de obligarla alimentarse, pero ella no quería…

Empezó analizarla y se dio cuenta, que no era como las demás gallinas, ella no se apareaba, no cacareaba, pensó que estaba enferma, pero el veterinario le confirmo que no.

Al parecer solo estaba deprimida…

El granjero no podía entender que una gallina se deprimiera, teniendo todas las comodidades de su corral.

Pero Vony adelgazaba cada vez más, que ya ni se antojaba comerla.

La cambio de corral a la de gallinas ponedoras a ver si así era más feliz y trato por todos los medios de que se apareara, trayéndole multitud de gallos, pero ninguno le agradaba.

Así se resignó a que una de sus gallinas moriría, a manos de otro agente, que no era su familia.

En la agonía de Vony, una gallina de esas que creía muy tontas se le acercó y le revelo la misma verdad, que ella ya sabía…

Le dijo que sabía que se estaba dejando morir, que sabía que odiaba a su comunidad por ingenuos, pero que no todos lo eran…

Muchas gallinas y gallos del corral se hacían los estúpidos, pues disfrutaban la banalidad de su vida, el que otros los alimentaran, sin que ellos se hicieran cargo de su tarea.

Los gallos disfrutaban su dominio y el poder que se les daba…

Y otras se alimentaban de todas las porquerías que les daba el hijo del granjero, porque sabían que tarde o temprano también ellos lo pagarían.

Luego le hizo ver que ya no era una gallina para freír, sino solo una que mandaría sus crías incubadas al matadero.

Que pensara en los insectos, lombrices que ellas se comían y en su sufrimiento…

Vony entendió que no saldría del corral azul paraíso, era otro eslabón de la cadena absurda pero justa: depredador vs presa…

Diseñada por otro enfermo loco invisible.

Resignada decidió aparease con el gallo más dominable del corral, cacarear, poner huevos, aceptando ser tan solo otra gallina más de ese maldito establo.

El tiempo paso, las reglas se hicieron todavía más estrictas con los animales y empezaron a usar la realidad virtual, para hacer el sufrimiento de las gallinas casi imperceptible y así nunca supieran quien era la mano que les arrancaba sus vidas.

Mientras las envenenaban lentamente con el agua o comida, hasta morir finalmente y ser rostizadas.

El granjero viendo a Vony recuperarse se preguntaba muy preocupado, ¿si no vivirían los humanos también la misma historia trágica que sus animales del corral azul paraíso?


FIN.

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